Categoría: Emilio Alarcos Llorach

Emilio Alarcos Llorach (1922-1998)

Nada del mundo del lenguaje le ha sido ajeno. Emilio Alarcos Llorach (1922-1998) fue pionero en Fonología (Sincronía y Diacronía), maestro en el campo de la Morfemática, renovador profundo de la Sintaxis Española, investigador de aspectos de la Filología Románica, estudioso concienzudo de otras lenguas y dialectos hispánicos (el catalán, los bables asturianos y leoneses, el español de América), conocedor profundo de la Historia de la Lengua en todas sus dimensiones (fonología, gramática, léxico), documentado conocedor de las literaturas medieval y clásica, sagaz comentarista de escritores actuales, escrutador de nuevos valores literarios…..

La Fonología

Las primeras reflexiones que anuncian en nacimiento de la Fonología surgen en el siglo pasado, pero no cristalizan en teoría hasta que la Escuela de Praga no efectúa una aplicación de los nuevos principios estructuralistas al ámbito del significante. Cuando la muerte sorprende en 1939, ya muy enfermo, al príncipe N. S. Trubetzkoy, estaba terminando de redactar la gran obra fundacional: Principios de Fonología.

Sólo unos años más tarde, entre 1946 y 1948, el joven Alarcos ejerce durante dos cursos como0 lector en las universidades de Berna y de Basilea. Allí, en la patria de Saussure, abre entusiasmado sus ojos a los nuevos horizontes que descubren las propuestas teóricas de la Escuela de Ginebra, del Círculo Lingüístico de Praga y de la Escuela de Copenhague. Consciente del potencial iluminador de estas teorías, forja el propósito de hacerlas inteligibles en el ámbito hispánico y de someterlas al banco de pruebas de nuestra lengua. Redacta así los dos amplios artículos que son  la génesis de la Fonología Española: «El sistema fonológico del español» (9) y «Esbozo de una fonología diacrónica del español» (15). La Fonología Española posee el valor intrínseco de ser una obra redonda, escrita en estado de gracia, desde la primera hasta la última de sus páginas. Es un manual perfecto en concepción, en desarrollo, en claridad y en solidez científica. La mejor prueba de cuanto afirmamos es que  después de casi cincuenta años continúa siendo el manual universitario obligado, insustituible e inevitable de la disciplina. A la fonología diacrónica dedica apenas setenta páginas que por su trabazón, por su sistematicidad y por su visión de conjunto superan en valor explicativo a todo cuanto se había escrito sobre la evolución fónica de nuestra lengua.

La Fonología de Alarcos posee también un valor relativo. Es el primer libro en todo el ámbito hispánico que incorpora la metodología estructuralista. Junto a le parler franco-provençale de Hauteville de Martinet son los primeros libros en los que las nuevas teorías fonológicas cristalizan en aplicaciones sistemáticas a lenguas concretas. La importancia de esta obra trasciende ampliamente nuestras fronteras.

Trabajos posteriores

Después de esta fecha Alarcos sigue atento a todos los vientos renovadores que vienen de Europa y América. Gracias a su mediación, la Universidad de Oviedo adquiere el primer espectrógrafo que llega a nuestro país. Un rector de ciencias, Virgili Vinadé, se sorprende de ver a un catedrático de letras desenvolverse con soltura en medio de ondas, armónicos, teorema de Fourier y accede a la petición. La descripción fonológica se ve enriquecida por una clasificación acústica de los rasgos distintivos. Interviene con fino análisis y voz autorizada en el debate sobre el estatuto fonológico de semivocales y semiconsonantes (42), lo que le permite enriquecer el capítulo sobre el vocalismo. La aparición del libro de Martinet Economía de los cambios fonéticos es punto de partida para completar la explicación del proceso de variación consonántica y de la aspiración de la «f-» inicial (16, 166). A partir de la cuarta edición de 1965, la Fonología Española no sufre nuevas modificaciones. Sin embargo, el maestro volverá con tino y criterios seguros sobre problemas fonológicos del español clásico (146) o actual (54, 207, 225) de donde vendrán los trabajos sobre la importancia de los aspectos fónicos en el lenguaje literario (12), que será una constante a lo largo de su obra. Por su buena formación romanista se ocupa de problemas tales como la diptongación española (34), la metafonía asturiana (35), las vocales andaluzas (36, 124), sobre problemas de fonología románica (27, 41, 47), sobre esquemas fonológicos de la frase (46), sobre la yod (56) y su influjo en la vocal tónica  en español, sobre la evolución de la «f-» inicial latina en español (16, 166) dando lugar a artículos rotundos y definitivos.

Destacan también sus abundantes estudios sobre la fonología del catalán, la lengua de su madre, «de música lisa y lene» que acarició su infancia, (24, 39, 43, 80, 104, 105) que serían recogidos en un volumen conjunto: Estudis de lingüística catalana.

La gramática

A pesar de su natural inclinación, de una sólida formación y de una sensibilidad literaria fuera de toda duda, Alarcos mostró muy pronto una potente atracción  por los problemas gramaticales. La conjunción armónica de la vertiente literaria, orientada hacia el mediodía, más cálida e intuitiva, con la gramatical, más norteada, empírica y fría, no suele ser común. La sola afición gramatical ya presupone un dominio técnico de principios, criterios y dificultades. Disfrutar con la Gramática exige como condición previa moverse con soltura no sólo por las grandes arterias, sino también por todas las plazuelas, los callejones, tránsitos y pasadizos.

Hacer Gramática implica buenas dotes de atención y de observación, exige muchas horas ante el papel, cotejando, clasificando, oponiendo ejemplos y posibilidades, estableciendo hipótesis que tras un breve momento de euforia se convierten en pavesas cuando explota, cual si de una mina se tratase, un ejemplo contrario. Para ser un buen gramático se necesita, además de intuición, “olfato” para elegir la opción fecunda. Se requiere una potente capacidad innovadora y cierta valentía para romper con las amarras de la tradición. Ser un buen gramático presupone una mente exacta que haga encajar las nuevas propuestas dentro de un sistema coherente sin huecos ni jirones.

Emilio Alarcos no sólo disfrutaba con la gramática, no sólo hizo gramática, no sólo merece el calificativo de buen gramático, sino el de uno de los mejores gramáticos de la lengua española en todos los tiempos. Esta es la magnitud de nuestra pérdida.

La publicación del primer trabajo gramatical de Alarcos «Perfecto simple y compuesto» (4) es de 1947. Se trata de un artículo largo, bien documentado en todos los gramáticos hispánicos de referencia y en el que ya demuestra, a pesar de que se trata de un artículo de corte tradicional, atención y conocimiento a autores extranjeros. Es el único estudio gramatical de Alarcos previo a su bautismo estructuralista.

Gramática Estructural

Durante su estancia en las universidades de Berna y Basilea, le produjo una honda impresión la obra de un autor danés, prácticamente desconocido, hermenéutico por su novedad, por su terminología y, en muchos casos, por el carácter minoritario de su lengua. Era Louis Hjelmslev. Y esa fascinación le llevó a traducirla y resumirla en cuadernos de fina y pulcra letra desde el francés e incluso desde el danés.

La asimilación de esos nuevos principios del estructuralismo, y en concreto de las aportaciones de la glosemática, fue tan pronta como fuerte había sido su impresión. En 1949 aparece editado en el Boletín de la Biblioteca Menéndez y Pelayo un nuevo trabajo sobre el verbo, cuyo título ya transparenta la metodología que introduce: «Sobre la estructura del verbo español» (10). Es la primera vez que se presenta en nuestra lengua la nueva visión de la gramática. Se hace, eso sí, sin citar nombre esotéricos y con una sencillez franciscana, muy conveniente en un opositor con fama de «impío» que vislumbra en potencia propincua una cátedra de universidad. Dos años después, sale a la luz la Gramática Estructural (20). El libro lleva en paréntesis un subtitulo indicativo: (Según la escuela de Copenhague y con especial atención a la lengua española). Alarcos conseguía en un enorme esfuerzo de síntesis y claridad presentar ante el público hispano los principios de la glosemática, diseñados por el maestro danés a lo largo de la bibliografía que cita al inicio y condensados de una manera sistemática en Prolegómenos a una teoría del lenguaje.
La Gramática Estructural provocó, hecho comprensible en las fechas que se edita, reacción bien de estupor, bien de admiración en el ámbito de la filología hispánica. Cuando apenas se había oído hablar del Curso de lingüística general de Saussure, se presenta ante el auditorio las nociones y los principios básicos de una de las escuelas que más se aparta de la filología tradicional, que pretende convertir a la disciplina en una especie de álgebra lingüístico, que sigue un planteamiento deductivo sorprendente, que forja unas denominaciones totalmente novedosas. Nociones como expresión / contenido, sintagmática / paradigmática, cenemas / pleremas, función, interdependencia etc. resonaron bajo la bóveda hispánica. El libro se convirtió en referencia inevitable, castigo implacable para profesores y tortura de opositores.

La Gramática Estructural constituyó también un acontecimiento de enorme transcendencia. Las teorías de Hjelmslev, sin duda uno de los mejores lingüistas de este siglo, pasaban prácticamente desapercibidas. Su obra fundamental sólo había merecido la atención de Martinet, que había publicado una amplia reseña en 1945. El libro de Alarcos presentaba el valor añadido de constituir la primera aplicación de la glosemática a una lengua particular, algo que ni el propio autor danés había efectuado.

Aunque evolucionó hacia un funcionalismo más realista y menos algebraico, siempre conservó huellas múltiples y patentes en sus principios teóricos, en su terminología y en su forma de argumentar y operar. Alarcos que no era muy aficionado a las dedicatorias, cuando conoce el fallecimiento de Hjelmslev le dedica sus Estudios de gramática funcional del español (71).

Hacia una gramática funcional

Funcionalismo realista. La pretensión hjelmsleviana de convertir la teoría lingüística en una «teoría de las formas puras», independientemente  de las sustancias conformadas (fónica o semántica) abocaba a la esterilidad. La necesidad de tomar en consideración las sustancias conformadas de convertir, al fin, «el funcionalismo algrebraico» en un «funcionalismo realista», reclamado por Martinet, lo asume Alarcos, que ya lo había adoptado en la Fonología Española.

La Morfemática. Frente a los descriptivistas americanos que basan  sus investigaciones gramaticales en el estudio de la expresión (Morfofonología) Alarcos mantiene que «los paradigmas gramaticales son paradigmas de unidades de contenido». El contenido de la expresión, es decir, de los formantes se agota una vez ha realizado su función distintiva. Las oposiciones, el auténtico valor gramatical, se establecen dentro de la unidad de contenido morfema. Por eso la gramática alarquiana es, esencialmente, no una Morfología sino una «Morfemática», una disciplina de orientación paradigmática que estudia los valores opositivos que se establecen dentro de los morfemas.

Estudios sobre el verbo. Del verbo trata su primer trabajo de 1947 y sobre el tema volverá en otras onces ocasiones (4, 10, 18, 20, 50, 72, 84, 86, 170, 192, 213). Frente a sus predecesores, establece unas premisas metodológicas que van a ser capitales:

1. La conjugación verbal es un sistema que se concreta en su interior por un conjunto reducido de oposiciones.

2. Por influjo de Jakobson sostiene en un principio que esas oposiciones son de carácter binario. A partir de 1962 rompe con el corsé binarista cuando establece la correlación modal en tres formas: canto/cantaré/cante.

3. Las oposiciones del sistema verbal se establecen en el plano del contenido, no en el plano de la expresión.

4. Aunque en sus manifestaciones teóricas iniciales defiende la necesidad de adoptar un formalismo hjelmsleviano fuerte, poco a poco se va inclinando hacia la inclusión de sustancias conformadas. De hecho, prácticamente todas sus descripciones se basan en rasgos distintivos.

5. En la determinación de las formas lingüísticas, Alarcos evita acudir a valores prototípicos para luego aplicar por desviación los usos anómalos.

Sus aportaciones a la teoría verbal han sido muy importantes:

1. Introduce la categoría aspecto para diferenciar los valores que representan las formas cantaba/canté.

2. Las formas compuestas dejan de ser meras perífrasis para ser incorporadas definitivamente al sistema verbal como portadoras de valor lexemático de «anterioridad».

3. Sustituye la categoría tradicional «tiempo», sólo aplicable a usos prototípicos, y la sustituye por el valor más general «perspectiva» (de «proximidad» en canto, de «alejamiento» en cantaba y canté).

4. Incluye los valores correspondientes a las formas cantaré y cantaría dentro de la correlación del modo verbal.

Estudios de Sintaxis Funcional

El núcleo vertebrador de la teoría sintáctica de Alarcos queda configurado en un bloque de artículos que se publican entre 1962 y 1969. aparecen recogidos en la primera edición de los Estudios de Gramática Funcional del Español de 1970 (51, 53, 57, 61, 64, 67, 69). Durante los años setenta publica tres artículos que se incorporarán a la edición de 1978 y a la definitiva de 1980 (72, 73, 84, 90).

A finales de los ochenta y principios de los noventa, ya en plena fase de elaboración de la Gramática académica, Alarcos multiplica sus investigaciones sobre sintaxis. Se trata en unos casos de revisiones y ampliaciones de trabajos precedentes, en otras de reflexiones sobre nuevos temas.

Fundamentos de la Sintaxis

La gran innovación que Alarcos introduce en la Sintaxis del español es, en primer lugar, de orden metodológico. A pesar de que nunca publicó un volumen en el que se explicitara la armadura teórica de sus reflexiones, a lo largo de sus artículos se encuentran huellas abundantes sobre métodos, principios, conceptos, procedimientos y más. Éstas son resumidas las líneas generales de su aportación:

1. Principio de cientificidad. Muestra una voluntad decidida de construir una sintagmática que satisfaga el principio empírico hjelmsleviano: coherente, exhaustiva y simple. Alarcos ha aportado luz, ha descubierto los cimientos, nos ha proporcionado criterios y nos ha mostrado con simplicidad meridiana la organización estructural que subyace a tanta casuística.

2. Principio funcionalista. La sintaxis alarquiana es funcionalista.

3. Formalismo. En la configuración de un mensaje intervienen de forma simultánea aspectos formales, semánticos, informativos… Una de las grandes limitaciones de la teoría tradicional era la mezcla indiscriminada de planos distintos y, en cierto modo, autónomos. El estructuralismo propugnaba no atenerse a la forma y evitar todo razonamiento que se apoyara en el significado (el antisemanticismo gramatical en palabras de Jespersen). Una posición coherente con este rechazo del significado como criterio de determinación lleva a Alarcos a la defensa de sus posiciones más novedosas.

4. Determinación de funciones. De acuerdo con los principios de los que parte, forja una batería de criterios para determinar las funciones que integran la estructura de la secuencia, desechando muchas pruebas tradicionales. Los criterios formales más importantes que aplica se pueden resumir en los siguientes: concordancia (en diferentes modalidades) ; conmutación por átonos pronominales; conmutación por tónicos pronominales; conmutación por cero; coordinación; coexistencia o coaparición; permutación; orden, posición; distribución e índices funcionales.

5. Relaciones y unidades. Aporta claridad y exactitud en las definiciones en los conceptos básicos de su sintagmática funcional. Sus tesis como la diferencia de las magnitudes enunciado / oración, la existencia de enunciados sin verbo o el verbo como núcleo oracional incluso en la denominadas oraciones copulativas hicieron removerse en sus asientos a los gramáticos escolares.

6. Funciones. En su artículo «Verbo transitivo, verbo intransitivo y estructura del predicado» ya aparecen definidas las funciones verbales, su dimensión formal, el proceso y criterios de identificación, las relaciones que mantienen, sus compatibilidades… Dado que los criterios de determinación no coinciden en sus resultados con los procedimientos escolares al uso, determina aplicarles nuevas denominaciones, así aparecen: implemento, complemento, suplemento y aditamento. Se mantiene la denominación sujeto, a pesar de que el proceso de identificación que propone se aleja de criterios semánticos e informativos.

7. Nuevas funciones. Desgaja del viejo tronco de los complementos circunstanciales una función preposicional que muestra una intensa proximidad al núcleo verbal: el suplemento. Le retira la caracterización tradicional de predicado y núcleo al atributo y desgaja y caracteriza el atributo del implemento en el que incluye, además, las antiguas oraciones de infinitivo del tipo: Dejó morir al bandido. En 1969 descubre y delimita una función periférica, más externa aún que la del aditamento, que modifica a toda la oración: los atributos oracionales, sentando así las bases de las investigaciones sobre las funciones periféricas de la oración.

8. La pasiva. Alarcos puso en tela de juicio la existencia, no sólo de una flexión pasiva (lo que es un hecho evidente), sino también de una construcción específica de pasividad en el verbo castellano. En 1966 en el homenaje que la Universidad de Valladolid le rinde a su padre, D. Emilio Alarcos García, vuelve sobre el tema de forma más contundente y no niega que la lengua pueda expresar contenidos pasivos, sino que posea una construcción específica para tal construcción. Sobre ella volvería en 1988 y en la madrugada funesta del 26 de enero, cuando apagó el ordenador ya próximas las tres de la mañana, se hallaba redactando «Variación enésima sobre un motivo inactual: pasividad y atribución», para el homenaje a Vidal Lamíquiz.

9. Transposición sintáctica. Una de las singularidades del funcionalismo ovetense radica en la asunción del criterio sintáctico de la transposición. Alarcos toma el concepto de Bally, lo incardina en intuiciones tradicionales y lo desarrolla colateralmente con L. Tesnière. Una de las aportaciones más brillantes se halla precisamente en el terreno de las oraciones subordinadas. En un trabajo de 1990 (160) muestra que la noción de la oración subordinada es un concepto innecesario en la descripción lingüística.

10. Categorías. Al infinitivo, gerundio y participio Alarcos los considera como nombre, adverbio y adjetivo respectivamente, reduce el paradigma del artículo a las formas /el, la, lo, los, las/ y lo incluye dentro de los morfemas nominales. Al llamado artículo indeterminado lo considera como miembro de la clase de los indefinidos, a los pronombres personales los ubica dentro de la clase de los sustantivos: los nombres personales…

11. Valores de /que/ y /se/. Alarcos realiza estudios minuciosos y pioneros en los que determina los valores lingüísticos de estos signos polifuncionales.

Gramática Española

A petición de Dámaso Alonso y no sin cierto escepticismo y resistencias, acepta Alarcos en 1985 la encomienda de elaborar una Gramática de la lengua española, destinada a convertirse, tras los reglamentarios trámites de discusión y aprobación, en la Gramática de la Real Academia Española. La fase de preparación es ardua e ingrata. Desea que su gramática se apoye en testimonios autorizados, pero actuales, extraídos tanto del español peninsular como del insular y americano. Dedica horas a estudiar no sólo aportaciones modernas, sino también la tradición gramátical. De este esfuerzo surgen trabajos como Las gramáticas de la Academia (158), «Notas funcionalistas a la Gramática de Nebrija» (224) y «Fundamentos de la nueva Gramática de la lengua española» (193). Señalaremos de manera sucinta las principales características que definen su gramática:

1. Concibe una Gramática destinada no a los especialistas, sino al público medio que ha recibido en su formación algunas nociones gramaticales. Una gramática «demótica», que puedan entender los boticarios. Por eso, no es voluminosa, por eso su redacción es transparente, por eso está poblada de ejemplos claros y actuales.

2. Para facilitar su comprensión, renuncia a una terminología propia. En fonología adopta incluso las normas de la transcripción.

3. Diseña una gramática arraigada en la tradición gramatical europea, es decir, una gramática de funciones y de dependencias (no una gramática de constituyentes o una gramática generaticva).

4. Construye una gramática coherente, exhaustiva y simple, según reza el máximo precepto de cientificidad del principio empírico hjelmsleviano.

5. Incorpora los hallazgos científicos y posiciones personales que ya están suficientemente contrastados en la palestra de la discusión científica y en la adaptación pedagógica a las aulas.

6. No olvida el carácter normativo que tradicionalmente caracteriza al tratado gramatical de la Real Academia. Sin embargo, evita un normativismo severo, porque se opone a la cientificidad y porque conduce a la esterilidad descriptiva.

7. Al hilo de la descripción gramatical va desgranando frecuentes observaciones sobre normas y usos.

La Gramática de la lengua española salió a la luz a inicios de 1994, firmada por Alarcos, pero en una colección patrocinada por la real institución. El libro constituyó un éxito editorial sin precedentes. Era la primera vez que una gramática escalaba los primeros puestos de los superventas.

Lingüística General

Aunque ha sido estudioso aplicado e introductor agudo y práctico de los nuevos métodos del estructuralismo y funcionalismo lingüístico, no era la reflexión teórica el locus amoenus de Alarcos. Al contrario  de otros maestros que diseñaban modelos para la remodelarlos no bien han salido a la luz, D. Emilio prefirió moverse en terreno seguro y hacer camino al andar. La teoría se haya dispersa en los trabajos aplicados a los diferentes ámbitos de la filología. La reconstrucción de su pensamiento sintáctico se ha de rastrear a través de las huellas diseminadas que impregnan todos sus trabajos.

Sin embargo, cuando fue necesario y para ello requerido, no rehusó nunca recluirse en la reflexión teórica. A parte de las valiosísimas introducciones a la Fonología Española y a la Gramática Estructural asombra también el número y la variedad de estudios que se pueden encuadrar en el ámbito de la Lingüística General. Distinguimos varios apartados: teórica lingüística (32, 89, 91, 92, 101, 131); generalidades en torno a la gramática funcional (158, 224, 193, 181, 153); presente y futuro del español (187, 204, 206, 210) y otros temas (63, 66, 201).

Estudios filológicos

La formación que recibió el joven Alarcos Llorach en la universidad vallisoletana, bajo la supervisión de su padre, estuvo centrada fundamentalmente en el dominio de las lenguas clásicas, así como el estudio de la Lengua y Literatura Españolas. Ya en Madrid, toma contacto con la otra vertiente filológica, es decir, con la Historia del Español, con la Filología Románica, con la Dialectología.

Alarcos realiza su tesis sobre un texto medieval, El libro de Alexandre, obtiene poco más tarde la cátedra de Gramática Histórica de la Lengua Española de la Universidad de Oviedo y a lo largo de su vida impartirá fundamentalmente esta materia. Todo lo hacía bien. Pero si hubo algún rincón de la lingüística en la que se sintiera cómodo y feliz, ese fue el estudio de los textos antiguos. Quien lo conozca por sus publicaciones de Fonología y de Gramática sincrónicas, al examinar su bibliografía quedará impresionado por la cantidad de publicaciones que dedica a autores medievales y clásicos. Aparte de los recursos literarios, en todos estudia las características fónicas, gramaticales y léxicas de su lengua.

A Alarcos le debemos la explicación más sistemática de la evolución fonológica del español y de las lenguas peninsulares. Su estudio sobre la evolución del verbo español es admirable. ¡Cuántas notas léxicográficas salieron de su pluma o de su Olivetti   azul de letra diminuta!.

Su pasión por los textos medievales y renacentistas no le impidió saborear la prosa y la poesía de nuestros contemporáneos. Con su buen hacer y con su decidido compromiso con la modernidad Alarcos ha contribuido a modificar la imagen social del estudioso del lenguaje.  D. Emilio no sólo estudió a Machado y Baroja, sino también a Miguel de Unamuno, Miguel Delibes, Camilo José Cela, Ángel González, Jorge Guillén, José Hierro, Francisco García Pavón, Antonio Muñoz Molina, José Caballero Bonald…